En Grindelwald, tomamos el primer cremallera, sube hasta la estación de skí
del Kleine Scheidegg, por eso va lleno de esquiadores e incluso arrastra un
vagón solo para esquíes (foto 1). En seguida tomamos altura y los verdes prados
de Grindelwald van quedando abajo (foto 2). A pesar del frío abro las
ventanillas y molestando a todo el mundo me voy cambiando de uno al otro lado
del vagón para tomar fotos, no puedo evitarlo me encantan los paisajes de
montaña, y esto es lo máximo.
La marcha tranquila del cremallera te permite disfrutar del paisaje, y en pocos
minutos este ha cambiado radicalmente, han desaparecido los pastos y ya estamos
totalmente inmersos en la nieve (foto 3). A partir de este punto realiza
pequeñas paradas para cargar y descargar esquiadores, estamos en la estación de
skí, y dan unas ganas locas de calzarse los skís, el día es espléndido, la nieve
se ve excelente, las pistas anchas y kilométricas, el paisaje brutal (foto 4).
Y entre foto y foto, y sin uñas en los dedos de puro nervios y emoción llegamos
a la estación de Kleine Scheidegg, pero esta no es una estación cualquiera, no,
el tren nos ha traído a los pies de dos de las más míticas montanas de los
Alpes, el Eiger con su magnífica cara norte en estado invernal a la izquierda de
la (foto 5), y el no menos espectacular Mönch a la derecha...