La siguiente historia solo puede ocurrir en una ciudad tan grande como
México. Y esto fue lo que pasó:
Nuestro amigo Héctor nos invita a una salida con su grupo de montaña para hacer un
barranco en la zona de Tolatongo, subir por unas cascadas, descender rapelando, etc. La idea
nos entusiasma y nos apuntamos rápidamente.
Justo la noche antes de la salida nos llama por teléfono para decirnos que le ha surgido
un problema familiar y no podrá ir, pero que no nos preocupemos, que ya ha avisado al
grupo, que nos esperaran, que no tendremos ningún problema, y nos la pasaremos muy bien con
ellos.
Así las cosas y sin conocer a nadie nos presentamos en el lugar y a la hora fijada, y
allí se encuentra el camión (autocar),como falta poco para las 8 y ya está casi
lleno, nos limitamos a preguntar a las dos primeras cabezas que asoman dentro si son el
grupo que va a Tolatongo, a lo que nos contestan afirmativamente, nos subimos, y sin más
arranca el autocar a la hora en punto.
Eso nos extraña un poco, ya que es la primera vez en cuatro años que algo o alguien en
México sale o llega a la hora en punto, pero no le damos más importancia hasta que
comenzamos a mirar a nuestro alrededor y empezamos a ver a las niñas con toda la pintura
del mundo, uñas, cejas, cara, ojos , labios, desde luego no parecía que íbamos a subir un
barranco o bajar a una cueva,...
Ya a la altura de Pachuca se nos acerca la que llaman "La Seño", una persona tremenda, a la que me gustaría a mí no ya verla bajar por una cuerda, sino simplemente por
una escalera, y nos pregunta que con quien vamos? Le contestamos que somos los amigos de
Héctor, y se va a la parte posterior del autocar, luego vuelve para decirnos que
Héctor no
nos conoce de nada. Le contamos la historia de "nuestro Héctor",y el asunto se
aclara, nos hemos confundido de autocar, y nos hemos colado en el de una escuela que va a
pasar el finde al mismo lugar.
Ya no podemos hacer nada, y nos preocupa saber que en México nos estarán esperando, y lo
peor, estarán pensando yo que se que cosas de estos tardones, e impresentables amigos de
Héctor, desde aquí tanto Heike como yo pedimos mil excusas por este malentendido, ya que
sabemos que si nos esperaron un buen rato, pero ya veis que no llegamos tarde, sino
demasiado pronto.
Una vez en Tolatongo, que es un maravilloso balneario natural de aguas termales, nos pusimos
a bañarnos en sus cascadas y ríos (fotos 1,2,y 3), hasta que vimos pasar una columna de
mochileros con cuerdas, material de montaña, etc, tenían que ser ellos, y fuimos a su
encuentro, nos presentamos, y la verdad es que si eran buena onda, y no nos hicieron sentir
mal, todo lo contrario, se portaron estupendo, nos ayudaron tanto en el ascenso como en
el descenso por el barranco y pasamos un genial fin de semana con ellos...Œ.