Otto Lilienthal nació en Anklam, Alemania en 1848, cuentan los
libros que en esa región abundaban las cigüeñas y que el y su hermano Gustav se
pasaban horas observándolas. Inspirados en su vuelo y la anatomía de estas aves
construyeron su primera máquina voladora, una especie de bicicleta con tres
pares de alas que nunca se elevó. En 1880 recibió el título de ingeniero, y para
esas fechas llevaba en su haber numerosos diseños de planeadores, además de
publicar un libro con el título de "El vuelo de la aves como fundamento del arte
de volar". Se trasladó a vivir y trabajar a Berlín donde construyó una colina
artificial de 15 metros de altura con la idea de elevar sus saltos para
permitirle volar más lejos, y fue aquí donde con un planeador de 7 metros de
ancho y veinte kilos de peso logró volar unos 100 metros. Hoy en día Otto
Lilienthal es conocido como el primer aviador con éxito de la historia de la
humanidad.
La colina de Otto Lilienthal en Berlín aun hoy existe, y está convertida en un
parque que lleva su nombre (foto 1), una vez al año se hace una fiesta de vuelo
en ella, y los niños pueden volar sus cometas, y los grandes probar como les
sienta puesto un planeador de la época de Otto Lilienthal (fotos 2 y 3). Se
puede subir a lo alto de la colina, y tener la vista de altura que debió tener
el mismo Otto. En lo alto hay un monumento que lo recuerda (foto 4), y os pongo
un par de fotos históricas de la colina para que la comparéis con la de la
actualidad (fotos 5 y 6).
La historia de la aviación ha evolucionado mucho con el paso de los años, y si
fundamental para ella fueron los primeros vuelos de Otto en Berlín, para Berlín
en la época que se construyó el muro fue fundamental la construcción del de un
aeropuerto dentro de la ciudad que permitía que los alimentos llegaran a Berlín
ante el bloqueo soviético. Ese aeropuerto, Tempelhof (foto 7), en pleno
funcionamiento hasta hace poco, se quedó pequeño y obsoleto. Se hicieron muchos
proyectos y propuestas, pero el ayuntamiento dijo que no había dinero para
nada, así que lo que se les ocurrió fue dejarlo como estaba, y dar acceso a el a
todo el mundo, y ahora Berlín, además de la colina de Otto Lilienthal, dispone
de todo un aeropuerto en medio de la ciudad para por sus pistas ir en bici (foto
8), jugar a fútbol en la hierba (foto 9), montar barbacoas, (foto 10), ir a
patinar (foto 11), volar cometas y lo que se te ocurra, porque lo que es espacio
no falta. El viejo aeropuerto es cosa el pasado (foto 12)...