En tiempos de la colonia, todo el mundo que llegaba a San Juan de Puerto
Rico, lo hacía por mar, y lo primero que veían era el Castillo de San Felipe del
Morro dominando la entrada de la bahía de la ciudad. Se comenzó a construir en
1539 con una simple torre, que formaba parte de un sistema de fortificaciones
para toda la ciudad vieja. Los españoles se pasaron más de 250 años fortificando
este lugar, lo que da a entender lo preciado de este enclave para ellos, ya que
desde aquí controló el acceso comercial de y hacia el Nuevo Mundo, protegiendo
el rico puerto de cualquier ataque por mar.
Hoy en día todo el acceso al castillo, es una gran zona de esparcimiento muy bien cuidada
donde pasear, volar cometas o tumbarse al sol en el pasto (foto 1).
Se accede al castillo por una entrada sobre un puente que permite franquear el
foso (foto 2). Y una vez dentro ya somos libres de recorrer almenas (foto 3),
túneles y pasadizos (foto 4), muros y defensas (foto 5).
Cualquier lugar, está comunicado con la plaza principal (foto 6), lugar donde la
guarnición se reunía para sus desfiles o instrucción, y el pozo situado en el
centro, da acceso a tres grandes cisternas de agua de lluvia, suficientes para
abastecer a la tropa durante un año.
Me fijé que ondean tres banderas diferentes: en el centro la de Puerto Rico, a
un lado la de los EE.UU.., ya que Puerto Rico es un estado libre pero asociado a
ellos, y al otro lado ondea la vieja bandera de la armada española, supongo que
en reconocimiento a su construcción (foto 7).
En definitiva este es el lugar histórico más emblemático de Puerto Rico, se
encuentra perfectamente conservado (foto 8) y es muy agradable de visitar en
familia (foto 9), siendo además totalmente accesible ya que en la ciudad vieja
de San Juan funciona un trolebús turístico gratuito que te deja en la puerta de
todos los lugares turísticos sin necesidad de caminar absolutamente nada...