Nos dirigimos a una hacienda en busca de unas aguas termales. De
lo primero que nos damos cuenta es que los mapas de carreteras de país son una
pena, no aparecen las carreteras pequeñas, ni tampoco las pequeñas poblaciones,
pero el colmo es que tampoco hay que fiarse de las carreteras que aparecen ya
que aunque fueron proyectadas, aprobadas, y pagadas a última hora el gobernador
de turno puede decidir que él y su familia saben como darle un mejor uso al
dinero y simplemente se lo quedan, la carretera no se construye y nosotros nos
volvemos locos buscándola...
Después de dar algunas vueltas, y un largo rodeo, llegamos a nuestro destino.
Vamos a ser los únicos huéspedes de la hacienda (Foto 1), así que la podremos
disfrutar plenamente, se trata de 17 pozos de aguas termales situados en una
sabana a temperaturas diferentes entre 30 y 50°C.
Todos los manantiales son totalmente naturales, a algunos se les ha construido
una pequeña poza de cemento para estar más limpios y no tener que pisar tierra,
además de dotarlos de sombra y bancos (fotos 2 y 3), pero otros están tal y como
la naturaleza los creó (foto 4), y en su interior ese barro curativo y
rejuvenecedor que vuelve loco a las mujeres.
También encontrareis animalitos diversos algunos fastidiosos como los mosquitos
de la tarde, pero otros simpáticos como las tortugas de la mañana (foto 5)...