Preikestolen, que significa
"púlpito", es el lugar más impactante visualmente hablando de Noruega, y por
tanto una de las atracciones turísticas naturales más visitada del país, unos
80.000 al año, lo cual es una barbaridad si tenemos en cuenta, que no es algo
de fácil acceso como un museo en una capital, por ejemplo, si no que es una
excursión, que si no es que sea difícil o exigente, si que es digamos "media", y
se requiere de unas buenas botas para caminar las 4 horas de recorrido ida y
vuelta, y algo más de 300 metros de desnivel desde el punto de partida, que nos
deja a unos 600 sobre el fiordo.
Además todo es natural, no hay barandillas, y no hay protecciones, pero parece
que tampoco ha habido accidentes. Tampoco hay ascensores ni teleféricos que
suban cómodamente a un turista, solo pura caminata y disfrute de la naturaleza.
El camino no es fácil, mucha piedra suelta (foto 1), desnivel, hay que subir por
tarteras llenas de piedra suelta (foto 2), e incluso vigilar que no te caiga
nada de arriba (foto 3). Además nosotros con la dificultad añadida de llevar
niños pequeños hicimos todo el recorrido lloviendo y con bastante frío y
niebla. Si bien eso al principio les pareció divertido (fotos 4 y 5), al poco
rato al empaparnos todos y calarnos el frío en los pies y los huesos, ya no
tenía tanta gracia (foto 6). Pero continuamos caminando en la lluvia, y con
mucho trabajo nos íbamos acercando a nuestro destino. Lo primero impresionante
fue colocarnos sobre el fiordo Lysejord (fotos 7 a 9), lo que nos brindó unas
panorámicas impresionantes. Pero seguía lloviendo, por lo que decidimos parar a
comer algo bajo un extraplomo de una pared donde no nos mojábamos. Allí pasamos
como media hora, y milagrosamente en el cielo comenzaron a abrirse algunos
claros de cielo azul. Nos animamos, nos pusimos ropa seca, y los labios de Marco
completamente morados comenzaron a cambiar también de color.
Nos quedaba el último tramo, que también es el más aéreo, y el más peligroso ya
que aunque el tiempo mejoraba, la roca estaba empapada, y resbaladiza. Aquí una
patinada, y se acaba la excursión para siempre (foto 10). Vamos descansando
junto a los abismos (foto 11), caminamos al borde del fiordo a 600 metros de
altura sobre él (foto 12). Y por fin llegamos al Preikestolen, esas palabras de
espectacular, tremendo, y tal que uso algunas veces, pues se quedan pequeñas
para esto (fotos 13 a 21), posiblemente sea el lugar más impactante que he
visitado, me encontraba realmente feliz de estar aquí con mi familia, sin ella
aquí no sería lo mismo. Si hubiera un teleférico, si no lloviera, si no
hubiéramos pasado tanto frío, no hubiera sido lo mismo.
Nos asomamos al vacío, tal vez demasiado, pero es que el corazón te pedía que
lo hicieras latir fuerte. Saltamos de alegría junto al borde, incluso escalé por
encima de la roca con Ana, para buscar otras perspectivas, y ver la roca en toda
su dimensión (fotos 22 y 23). La palabra para esta excursión es "felicidad",
verme allí con mi familia y mis hijos me hacía feliz...