El pico del Huayna-Picchu, es la excursión más famosa desde la zona
arqueológica de Machu-Picchu, y es ese pico tan espectacular, vertical, aéreo y
aparentemente inaccesible que sale en el centro de todas las fotos, y en el que
algunos creen ver la cara de un inca bien marcada, su barbilla, nariz, frente y
pelo (foto 1).
Hay que madrugar y tomar el primer autobús, ya que hay un cupo de personas
limitado al que dejan acceder diariamente. Lo bueno de llegar a Machu-Picchu a
las 7 de la mañana, es que tiene otro aspecto (foto 2), normalmente envuelto en
niebla, y sobre todo sin turistas.
La subida por la pared se ve peliaguda (foto 3), y si bien es cierto que tiene
tramos muy empinados, estos están asegurados por un cable de acero que
proporciona tranquilidad (foto 4). De todas maneras, por la mañana temprano, la
roca está húmeda, y un resbalón nos puede hacer pasar a formar parte de la
historia de estas ruinas incas.
Conforme vamos tomando altura, el Wayna tiene 2634 metros de altitud, la
perspectiva sobre Machu-Picchu va cambiando, apreciándose todo el conjunto de la
montaña de Macchu-Picchu, con las ruinas en su falda (foto 5).
En la cima del Wayna-Picchu hay unas construcciones y templos incas, pero lo
mejor sin duda son las vistas (foto 6 y 7)...