En las guías aparece Pärnu como la capital de verano de Estonia,
o la más importante estación balnearia de ese país, donde acudían en masa los
veraneantes de lo que fuera la antigua Unión Soviética.
Aunque los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial borraron cualquier huella de
la antigua ciudad hanseática medieval, si se conservan algunas interesantes
casas de su pasado termal de principios de siglo (fotos 1 a 3), y extensos
parques y zonas verdes (foto 4).
Pero lo que más me apetecía ver era su famosa playa de arenas doradas de más de
40 kilómetros de longitud, que se extiende a lo largo del golfo de Riga, y la
verdad es que me llevé una buena sorpresa, porque me la esperaba totalmente
abarrotada de bañistas, pero nada de eso. La preciosa, larguísima, limpia y bien
cuidada playa estaba totalmente desierta en pleno mes de Julio y en un día
soleado, pero es que no había ni un alma, ni un solo despistado, nadie ni
siquiera paseando al perro, ni los socorristas de las torres de los salvavidas
(fotos 5 a 9). Cierto es que era un día que hacía viento, pero no se, no lo
llegué a entender, supongo que los rusos han descubierto la "costa brava", y lo
de bañarse tan arriba en el báltico pues ha dejado de ser atractivo...