París no defraudará a ningún turista o viajero
independientemente de sus gustos o aficiones, es tanta la oferta que tiene en
todos los ámbitos, que solo una cuestión de tiempo, o de dinero, (ya que no es
una ciudad precisamente barata), hará que la dejemos, y que nos quedemos con
ganas de conocer más y más de esta ciudad.
El transporte público está muy bien: rápido, eficaz, y se llega a cualquier
lado, incluso a una línea le han puesto mi nombre (foto 1). En el centro hay un
sistema de bicicletas de alquiler que las vas dejando y tomando por toda la
ciudad en unas estaciones de carga, ya que son medio eléctricas-medio mecánicas,
un buen sistema para recorrer la ciudad (foto 2).
También conocida como la "Ciudad del Amor" por su belleza y su romanticismo,
parece que funciona y vimos muchas parejas de recién casados fotografiándose en
sus parques (foto 3). O la "Ciudad de la Luz", ya que fue París la primera
ciudad en dotar a sus calles y edificios importantes de luz eléctrica, lo que
causó gran admiración en todo el mundo, aunque también hay quien dice que ese
sobrenombre es por ser la luz del mundo, una ciudad adelantada a su tiempo donde
se fraguaron los derechos del hombre y los principios de libertad, igualdad y
fraternidad, principios que aun hoy NO están presentes en todas las partes del
mundo.
Una ciudad sobre todo conocida por su Torre Eiffel pero con multitud de otros
tópicos que se perciben por todos lados, la ciudad del espectáculo, del can-can
(foto 4), de los artistas callejeros que veremos por todos sitios (foto 5), de
los 1000 Museos, como este de Orsay (foto 6), el segundo en importancia y
construido en una vieja estación de tren recogiendo una importante y extensa
colección de arte moderno.
La ciudad de la Universidades, de los buenos restaurantes como el Maxim´s (foto
7), pero también de los sencillos "croissants" o las "baguettes" crujientes a
las que se les pone de todo y te chupas los dedos (foto 8).
La ciudad de los músicos callejeros, de los vendedores ambulantes, de los
inmigrantes africanos, de los quesos, variedades y variedades de ellos (foto 9).
También de los perfumes, de las compras, la fina lencería francesa (foto 10), de
cualquier cosa se puede uno enamorar en París, hasta de una simple "orangina" en
lata (foto 11)...