Hay pocos sitios o lugares tan hermosos en el mundo, tan
bendecidos por la naturaleza o el clima con abundancia de frutos, exuberancia de
flora, un paraíso con tremendo potencial para el turismo como es la Península de
Paria en el estado Sucre venezolano. Pero desgraciadamente hay muchos lugares en
el mundo donde la lacra de la pobreza extrema no está erradicada, como
precisamente aquí en la Península de Paria. No hace falta ir a ningún lugar
recóndito de aquí, es palpable y visible a lo largo de sus desatentidas
carreteras. La gente vive como puede, construye sus "ranchitos" con desechos y
basura, con lo que ya nadie quiere (foto 1), no poseen servicios básicos, ni
ningún tipo de infraestructura, los poblados son como retroceder 500 años en el
tiempo (fotos 2 y 3), sin calles, sin asfaltado, casas de adobe empapadas de
agua los 6 meses al año que dura la temporada de lluvias, y salir de la humedad
de la casa, significa ir al barrizal de las calles (foto 4).
Pero afortunadamente se las ingenian para sobrevivir, a pesar del abandono
extremo al que son sometidos por parte de los gobiernos de turno, y por ejemplo
de las ruinas de una casa caída con una tubería que pierde el agua y una botella
de plástico (foto 5), hacen una ducha en la playa para quitarse la sal después
del baño, o simplemente para llevar agua a sus casa quien no tiene este
elemento.
Y la juventud, el futuro de este país, pues están a pesar de todo con alegría,
con felicidad, son curiosos, en sus caras alegres se denota esperanza, en
seguida se vienen al auto (foto 6), a ver quien se ha perdido por su poblado, a
ver quienes somos, a donde vamos, a ver si llevamos caramelos o chucherías...