Como nuestra visita son todos estudiantes, para no acabar rápidamente con su
presupuesto, optamos al día siguiente visitar un cayo más cercano, y por lo
tanto más económico a la hora de pagar la barca que nos lleva. Nos dirigiremos a
Cayo Sal, que prácticamente está en frente de Chichiriviche.
Cuando ya lo tenemos a la vista, la verdad es que tiene un aspecto muy agradable
y colorido (foto 1), y estamos muy animados.
Esa alegría dura muy poco, y apenas desembarcamos nos damos cuenta de nuestro
error, ya desde el mismo embarcadero, lo único que se divisa son grandes
montones de bolsas de basura por todos lados (foto 2). Recorremos la playa de un
lado a otro y no sabemos donde colocarnos, absolutamente todo está lleno de
basura (foto 3). Incluso en la misma orilla de la playa, no hay más que botellas
vacías y chapas de botellas (foto 4). Estamos desmoralizados, es increíble lo
que ven nuestros ojos, y eso que estamos en un Parque Nacional y Reserva
de Fauna Animal. Un aplauso para los señores que lo gestionan, cuidan y vigilan,
porque es realmente digno de verse...el lugar más alejado de un montón de basura
que encontramos en toda la playa para quedarnos apenas está a 5 metros de un
gran montón de basura y restos de comidas (foto 5), que teniendo en cuenta que
estamos casi a 40°C, y los restos llevan varios días al sol, os podéis imaginar
el asunto, olvidarse de dejar solos a los niños, ni nada.
Nuestros amigos alemanes, en seguida bautizan el lugar como "Cayo Müll" (Cayo
Basura), pero de verdad que era peor (fotos 6 a 8).
El único rayito de esperanza en el lugar lo ponía una familia venezolana, que
aunque consciente que ellos solos no pueden cambiar la mentalidad de todo el
mundo aquí, al menos aportaban su granito de arena, simplemente colocando un
recipiente para que el que pasara depositara en él las chapas de cerveza, que
cada ola que rompía en la playa traía consigo (foto 9)...