Volvemos a la forma normal de ruta en Noruega, o sea, a la subida y bajada de
puertos de montaña, y a las esperas para cruzar fiordos (foto 1), con sus colas
para el ferry incluida (foto 2), pero con el regalo del bonito paisaje al
cruzarlo (foto 3).
Como es impredecible saber hasta donde se llega en cada jornada, también son
impredecibles las paradas, y los lugares donde pernoctaremos. Algunos terminan
siendo tan sorprendentes e inesperados como el siguiente.
Llegamos a un lugar que anunciaba un puente de piedra tan antiguo como histórico
junto a un molino para machacar grano movido por las aguas de un río (foto 4).
Decidimos hacer una parada para comer algo aprovechando unas mesas y bancos de
madera para pic-nic junto a él (foto 5). Mientras lavamos los platos en las
aguas que pasan bajo el molino (foto 6), pensamos en la posibilidad que este no
sería un mal lugar para pasar la noche, un auténtico molino original de 1916
construido sobre el río Hauske, y que se encuentra abierto y restaurado (foto
7). Junto a él a escasos metros, un puente de piedra de un solo arco construido
en 1905 en la entonces ruta principal entre Ardal y Hjelmeland (fotos 8 y 9),
tiene 14 metros de largo por 2,5 de ancho, y estuvo en uso hasta 1985, pasando
entonces a ser un monumento histórico protegido.
Y decidimos hacer del molino nuestra casita en la montaña noruega por una noche.
Preparamos nuestra fogata, para asar salchichas fuera (foto 10), y colocamos
nuestros sacos de dormir dentro (foto 11). Esa noche llovió pero nosotros
estuvimos mejor que el la tienda de campaña, y con una vista desde nuestra
cabañita de lo más bucólica (foto 12)...