Selva Lacandona. Chiapas. México

Febrero 2000

Por mayoría absoluta, decidimos olvidarnos en la medida de lo posible del tema del asalto, y continuar con nuestro viaje, tal y como se había planeado, eso sí, a partir de ahora tomando alguna precaución más y evitando meternos en situaciones que nos pudieran poner en peligro.
El problema es que nuestra próxima aventura en Chiapas, era realmente riesgosa, vamos que a donde íbamos era una zona más que potencialmente peligrosa.
Se trataba de llegar a la Laguna Miramar, esto en sí no supone ningún problema si uno es "gringo", y tiene los suficientes dólares como para alquilar una avioneta, que sobrevolando la selva Lacandona, los deposite en el centro de esta, en una pequeña aeropista militar a unas dos horas a pié de la laguna, pero nosotros no lo somos, en cambio a nuestro favor tenemos un estupendo "Jeep" con el que pretendemos adentrarnos150 km en el interior de la selva, por una pista incierta, de la que nadie nos ha sabido decir, si llega o no llega, si está transitable o no, o en que estado se encuentra (cualquiera que haya viajado por México, sabe que todo lo que sea salirse de una autopista, convierte su viaje en una aventura), pero introducirse en una selva deshabitada, a muchas horas de un lugar donde pedir ayuda, en un terreno aún controlado por el EZLN (Ejercito Zapatista de Liberación Nacional), donde sabemos que se secuestra y mata, por dinero o por motivos políticos, convierte el asunto en algo más que una aventura.
La tercería comienza en Ocosingo, esta población fue la primera que los zapatistas tomaron al comenzar su nueva revolución el primer día del año1994,al mando del carismático y anónimo "Marcos".
Aquí nos damos un estupendo desayuno a base de huevos rancheros, molletes, jugos, y otras exquisiteces mexicanas, en una terraza al sol en el zócalo, nos damos el capricho por si este fuera el último buen desayuno el algún tiempo.
Cargamos el auto de víveres, de combustible, incluido un bidón extra, y es que el problema de perderse en la selva, es que no hay muchas referencias, y cuando uno se da cuenta que está perdido, han pasado muchas horas y kilómetros, que hay que desandar.
No tenemos mucha prisa en salir, calculamos que 150 kilómetros, sin contratiempos, y a una media de 20km/h, serían suficientes unas 8horas, de todas maneras vamos preparados para pernoctar en medio de la selva, y por eso antes de empezar, visitamos la zona arqueológica de Toniná, (foto 1), esta es interesante, ya que es la primera que vemos en un ambiente un poco más húmedo, ya que todas las zonas arqueológicas del Centro y altiplano de México, son muy secas y desérticas, en cambio esta es muy agradable y fresca de visitar.
Justo en la entrada de la tercería hay un control militar, buscan posibles armas que les lleven a los zapatistas, no les hace mucha gracia ver un coche diplomático al que no pueden registrar, y no nos dicen nada sobre el estado del camino que se supone que están vigilando.
Comenzamos, y vamos cruzando pequeñas construcciones de madera, nada a lo que se le pueda llamar ni siquiera población, por lo que continuamos sin saber muy bien por donde vamos. Encontramos un pueblecito con su nombre en un letrero, y este sí está en el mapa, pero no en la dirección en la que vamos, le decimos a una persona donde vamos, y le preguntamos si vamos bien, su respuesta con una gran cara de asombro fue: !!!Pero ahí esta Marcos ¡¡¡, nos miramos, y damos media vuelta, nos hemos equivocado ya en el primer desvío por lo que tenemos que retroceder, el asunto no empieza muy bien, pero continua peor, ya en la pista buena el camino es horrible, es una sucesión interminable de trampas para cazar elefantes, a las que vamos cayendo en una detrás de otra, no hay forma de evitarlas, vamos a unos 4Km/h, por lo que el tiempo pasa muy rápido, sin apenas hacer kilómetros.
Increíblemente con el paso de los kilómetros, la pista mejora (foto 2), no es que esté arreglada ni mucho menos, lo que pasa es que como no está transitada, pues tampoco se ha destrozado, también nos anima el hecho que cada 30 o 40 kilómetros hay un control militar, y en todos nos van diciendo muy orgullosos que desde que ellos están vigilando los caminos no hay asaltos...
Eso contrasta con los carteles que vamos viendo en las pequeñas poblaciones que vamos pasando, en los que se leen textos como el de la (foto 3).
Sin mayores problemas que tarde y cansados llegamos a nuestro destino, la comunidad indígena de Emiliano Zapata (ni intentéis buscarla en el mapa, es minúscula y no sale), sin embargo nos reciben los niños con alegría, vemos algunos puestos donde comprar fruta fresca, y hasta la municipalidad pone a nuestra disposición la Casa Ejidal, en ella no hay nada, más que una mesa, pero tendremos luz eléctrica, y agua (dudamos que potable), pero con la que nos podremos lavar la cara.
También nos proporcionan un guía para que mañana temprano nos lleve a la laguna Miramar, a unas dos horas a pié por la selva.......