Ya habíamos visitado Klisura en otras ocasiones, es un pequeño pueblecito
a los pies de la cordillera central que cruza Bulgaria de Oeste a Este, la Stara
Planina (Viejas Montañas), aquí se encuentra uno de los museos más absurdos que os
podáis imaginar, el de la "patata", cada año los agricultores de la población
seleccionan los ejemplares más curiosos, anormales o como queráis llamarlos de la patatas
cosechadas, y los exponen al publico junto con los aperos de labranza que utilizan en el
campo.
Pero por lo que realmente es famoso es porque en los pueblecitos de esta comarca se
inició la revuelta revolucionaria que expulsó a los turcos del país, un monumento
recuerda desde donde comenzaron a atacar (foto 1), y en la casa del ayuntamiento se expone
en el balcón central, un cañón hecho con tronco de cerezo como los que se utilizaron
entonces (foto 2), también podréis visitar alguna casa típica (foto 3), etc,...
Pero esta vez no vinimos a Klisura de turismo, sino por una mejor razón, y es que en
Klisura como en la mayoría de pueblecitos rurales del país, sus habitantes disponen de
pocos recursos, y como siempre son los niños y las personas mayores las que más lo
sufren. Una serie de organismos, empresas y particulares búlgaros y extranjeros hicieron
una colecta de esa ropa usada pero en buen estado que todos guardamos en nuestros armarios
y que ya no usamos, y la donaron al pueblo junto con algunos artículos de limpieza y
cosmética, nosotros no solo aportamos esa poca de ropa, si no que quisimos llevarla en
persona, visitar y estar un rato con esas personas.
Fue una bonita experiencia para ambas partes, a ellos les venían a visitar, acompañar un
rato y ayudar gente que no conocían, y a nosotros esa gente sencilla nos ofrecieron
cariño y sonrisas. Comenzamos visitando la escuela donde los niños nos cantaron y
colocaron a Ana Sofía en el centro donde se encontraba feliz (foto 4), y después con los ancianos, que también se la disputaban, y Ana Sofía seguía feliz, al fin y al cabo estaba
con personas que más o menos tenían la misma cantidad de dientes que ella (foto 5). En el
asilo pasamos la mayor parte de la tarde, se les organizó una pequeña tómbola con los
productos donados, y un pequeño concierto de música clásica en vivo, que seguro que lo
recordarán mucho tiempo, luego el ayuntamiento puso el café, y los viejecitos nos
obsequiaron con su postre típico, la "banitza", y dentro de ella, a modo de
galletitas chinas de la suerte, había unos papelitos en los que se podían leer sus deseos
de felicidad para con nosotros, en el papel de Ana Sofía ponía que en breve realizaría
un viaje al extranjero, eso a fecha de hoy ya se ha cumplido, en el de Heike que sería
ciudadana de Klisura, y en el mío simplemente la palabra: "amor", nosotros tampoco
olvidaremos este día...