Si bien desde tiempos romanos eran conocidas las propiedades
curativas de las aguas termales de Karlovy Vary, es a partir del siglo XVIII,
cuando sus balnearios alcanzan renombre internacional, no solo por sus
cualidades terapéuticas, sino por ponerse de moda entre la nobleza y las clases
altas. De esas épocas y posteriores ha quedado la grandeza de sus edificios y
hoteles en los que se ofrecían los baños en sus piscinas privadas. Pero tras la
ocupación soviética de Checoslovaquia en nuestro siglo XX, se construyó un gran
sanatorio termal de cemento para el pueblo allá por los años 70, el cual ha
llegado en funcionamiento hasta nuestros días. Realmente el bloque de cemento,
afea totalmente el conjunto histórico de la ciudad, pero su gran piscina al aire
libre (fotos 1 a 4), se ha convertido en uno de los principales atractivos de la
ciudad, pudiéndose bañar todo el mundo todo el año, sin tener que pagar las
costosas cuotas de los renombrados hoteles-balneario. Hay que pagar una entrada,
claro, pero como va por tiempo, podéis tomar la más barata de 1 hora, y llevaros
el pic-nic para pasar todo el día, ya que una vez dentro no controlan el tiempo
de ninguna manera.
El caso es que además del baño, hay que ir, ya que se disfruta de una de las
mejores vistas de la ciudad (foto 4).
Karlovy Vary, está muy animado todo el año, ya que son muchos los alemanes y
centroeuropeos que vienen a bañarse y beber estas aguas curativas para aliviar
todo tipo de afecciones. Y también muchos los turistas que vienen por que el
lugar es encantador, la ciudad acogedora, y se encuentra en un entorno
espléndido de valles y bosques.
Por ejemplo ahora en primavera, era una delicia pasear por las columnatas y los
paseos cubiertos de los parques bebiendo agua con nuestra jarrita de porcelana
en forma de tetera (fotos 7 a 9), y disfrutar de los floridos y multicolores
parques del centro de la ciudad (fotos 10 a 12)...