Seguimos penetrando en el interior de la Gran Sabana, y trasladamos el
campamento a la población indígena de Kavanayen, que es el lugar más alejado al
que se puede llegar por tierra en dirección este desde la carretera principal a
unos 70km.
Este fantástico lugar, tranquilo y sereno rodeado de tepuyes (fotos 1 y 2),
tiene hasta su pista de aterrizaje, y es que aquí se encuentra una de las
Residencias Presidenciales, para que se retire a descansar si lo desea el máximo
mandatario del país.
También llegaron hasta aquí los monjes, y en el centro del poblado hay una
imponente Misión (foto 3), con su campanario anunciando las misas, y con algunos
servicios básicos como teléfono para la población. A mi me hizo gracia el
pesebre que tenían montado, a pesar de estar ya entrado el mes de Enero, con un
niño Jesús durmiendo en un "chinchorro", genial este detalle tan indígena (foto
4).
Y para los que lleguen hasta aquí, que no sean monjes, ni el Presidente de la
República, pues queda el campo de fútbol, donde amablemente os dejarán acampar.
Los servicios que ofrece si bien son básicos son de agradecer: césped para
montar las carpas, sombra, y lo mejor de todo un grifo con agua donde poder
lavar los cacharros, o la cara por la mañana, todo un lujo (foto 5). Lo bueno de
estar en el campo de fútbol, y en posesión del grifo de agua corriente, es que
siempre había alguien alrededor nuestro, ya sea niños jugando a pelota en el
campo, o mujeres haciendo la colada, así que te puedes empapar y asimilar un
poco del quehacer cotidiano en estas comunidades indígenas (foto 6)...