Cumplido nuestro objetivo de llegar por tierra a Manaos desde Venezuela, nos
regresamos por el mismo camino, como dice el cartel a la salida de Manaos nos
quedan por delante 2250 kilómetros en los que hay de todo un poco (foto 1).
Afortunadamente, todo ha ido muy bien y no hemos tenido absolutamente ningún
problema, por lo que vamos muy bien de tiempo, y nos sobran muchos días que
pasaremos explorando la Gran Sabana venezolana. Esta se encuentra a mitad de
camino de Caracas, justo enseguida de cruzar la frontera Brasil-Venezuela.
La Gran Sabana es un territorio inmenso, salvaje y poco explorado, una vez nos
salimos de la carretera principal que es bastante turística. El porque le llaman
Gran sabana queda claro en la (foto 2), por que eso es lo que parece. Pero no
hay que engañarse, por ese paisaje tan apacible, ya que cambia rápidamente, con
grandes e inaccesibles montañas, llamadas "tepuyes", selva, grandes ríos, y
sobre todo senderos que desaparecen...
Aquí hay que olvidarse de los hoteles. Aunque por todos lados y en todos los
poblados encontraremos campamentos (eso si muy básicos), en los que pernoctar
seguros (foto 3). No hay que esperar encontrar muchos servicios en ellos, pero
al menos si agua, o un río y una cascada cerca.
El primer campamento al que nos dirigimos se llamaba Wuari, y se encuentra muy
cerca de Santa Elena de Uairén, aquí nos quedamos un par de días ya que nos
teníamos que juntar con otros grupos de rustiqueros (así llaman aquí a los
vehículos 4x4), de nuestro club que rustiqueaban por la Gran Sabana (foto 4),
pero cada uno andaba por su lado.
Lo mejor de este campamento, es su cercanía con la población importante de la
Gran Sabana Sta. Elena, su accesibilidad, junto a la carretera principal, y un
tranquilísimo río con playa para refrescarse (foto 5)...