Selva. Manaos. Edo Amazonas. Brasil

Diciembre 2006

Hay que irse lejos de Manaos par poder sentirse en la selva, ver alguna comunidad indígena, o simplemente desde el río ver como viven (foto 1), o como se adaptan al medio desde pequeños (foto 2). Si se dispone de tiempo, se puede aprovechar el paseo a ver el encuentro de las aguas, para navegar por alguno de los brazos del Río Negro o el Amazonas, hasta uno de los muchos restaurantecitos a la orilla del río, donde no solo se come buen pescado fresco, sino que para atraer a los turistas han acondicionado unas pasarelas elevadas sobre el suelo de la jungla (foto 3), y poder caminar seguro por ellas, sin importar que caudal lleve el río. Estas pasarelas se internan unos centenares de metros en la selva (foto 4), lo suficiente para poder observar la flora y fauna de este ecosistema, y sentirse atrapado por este entorno salvaje, los más osados, pueden abandonar la seguridad de las pasarelas y caminar con mil ojos para sentirse en medio de la selva más grande del planeta (foto 5), cuya vegetación recubre el 90% del área del territorio. El terreno no siempre es tierra firme, y está compuesto en su mayor parte de matas de vega y matas de Igapós, que se encuentran siempre inundadas...
Os cuento alguno de esos datos brutales que se leen sobre el Amazonas. Su cuenca fluvial 7 millones de kilómetros cuadrados, 15.000 afluentes, alguno de ellos como el Madeira de 3380 km de largo. El propio Amazonas tiene 6280 km y como el río más caudaloso el mundo, en épocas de crecida vierte en el Atlántico 200.000 metros cúbicos de agua por segundo adentrándose hasta 100 kilómetros dentro de él, desalinizando el mar en esa zona...