Si se llega a Manaos por tierra, el entrar en "shock" está asegurado, y es
que nadie se puede esperar que un lugar que está rodeado por más de 1000 km de
pura selva en cualquier dirección parezca una ciudad normal y corriente como en
cualquier parte del mundo (foto 1), con su caos circulatorio, pizzerías, buenos
restaurantes, y cientos de hoteles de todas las categorías por decir algo.
Además nos dio una impresión muy segura incluso por la noche.
Hay que acercarse a la zona del puerto para encontrar los preciosos edificios de
principios de siglo cuando la prosperidad de Manaos estaba en su apogeo, por la
explotación del caucho (ciclo da borracha). En esa época hubo una gran migración
de gentes de todo tipo con un único fin, el de enriquecerse, y eso llevó a la
ciudad el desarrollo, la luz, y el agua canalizada, servicios que ni siquiera
existían en el resto del país. Encontrareis de todo: edificios administrativos
(foto 2), casas de comerciantes (foto 3), fastuosas antiguas residencias (foto
4), y su catedral (foto 5).
También algunos monumentos como el Relógio Municipal, un reloj importado de
Suiza, y construido para celebrar el centenario de la declaración de Manaos como
ciudad, lo que ocurrió el 24 de Octubre de 1848, convirtiéndose a la vez en la
capital de la provincia Amazonas...