El Faro de Finisterre (foto 1), es por su significación geográfica, un rito
para todos los que visitan Galicia. El "Finis terrae", es donde los antiguos
romanos creían que moría el sol, el final de la tierra conocida (foto 2).
A nuestros pies, la inmensidad del Océano Atlántico es recorrida por miles de
embarcaciones que día a día cruzan este mítico corredor marítimo.
El faro fue construido en 1853 para regular este tráfico marítimo señalizando
este punto geográfico. La torre mide 17 metros y su luz, situada a 143 metros
sobre el nivel del mar, alcanza más de las 30 millas náuticas. La constante
niebla del invierno provocó que se le añadiera una sirena en 1888, la Vaca de
Fisterra, para avisar a los navegantes del peligro existente. Aún así, ha sido
escenario de naufragios, como en 1870, cuando el Monitor Captain se hundió
llevándose a 482 personas de su tripulación en el suceso más luctuoso de esta
costa.
A unos cientos de metros mar adentro y desafiante, vemos la restinga de O
Centolo. Esta roca de 25 m de altura (foto 3), con forma de centollo, es
golpeada una y otra vez por el fuerte mar formando un perfecto hábitat para los
ricos percebes que allí nacen.