Una nueva salida con nuestro club de 4x4, nos llevo al Estado de Yaracuy,
concretamente a la Sierra de Aroa. Aunque varios integrantes habían recorrido
esa zona, nadie había logrado empalmar la población de Aroa con la de San
Felipe, así que lo intentaríamos. Partimos un sábado temprano como siempre para
perder un montón de horas en el punto de reunión inicial a la salida de Caracas,
cosa que parece habitual en el grupo.
La primera jornada fue muy tranquila, llegando hasta la pequeña comunidad en la
que pensábamos pernoctar sin ningún problema ya que la pista estaba recién
arreglada y compactada, por lo que llegamos bien pronto. Como acampamos en
el mismo campo de fútbol (foto 1), con una vistas esplendidas a la Sierra de
Aroa, en cuanto se acercaron los primeros jóvenes de la localidad, terminar
haciendo un partido de fútbol contra ellos fue inevitable.
Comenzamos nuestra ruta el domingo, con la esperanza de encontrar el paso hasta
San Felipe, y que la pista fuera "mas" interesante que el día anterior, pero no
sucedió así, la maquina de arreglar caminos parece que había pasado ayer, y el
viaje se convirtió en un agradable paseo entre cafetales (foto 2). A veces el
camino desaparecía entre la maleza o las canias (foto 3), pero nada importante.
Hasta que llegamos a un rio en lo mas profundo de la sierra, "solo" teníamos que
volver a subir y descender hasta nuestro destino. Como íbamos muy bien de tiempo
hicimos una larga parada para banianos y almorzar, pensando en que el camino que
faltaba iba a ser igual de fácil que el hasta ahora recorrido. Pero fue cruzar
el río (foto 4), cuando todo se torció y empeoro. Curvas estrechas y cerradas en
las que había que estar muy al tanto para no salirse, hasta que un carro volcó
(foto 5). Cuando nuestro ritmo de marcha descendió por la dificultad y las
rampas de subida empinada, sucedió lo que menos deseábamos. Una tremenda
tormenta tropical de esas que descarga un tremendo palo de agua en pocos
minutos, y el terreno quedo impracticable, y nosotros atrapados. Imposible dar
la vuelta a los carros, imposible descender lo recorrido con ese barrizal, e
imposible de subir la empinada y larga subida que teníamos delante. Yo en medio
del diluvio, apenas supere un tercio de ella (foto 6). Hubo que unir tres
cinchas, mas de 60 metros de cuerda para encontrar un lugar desde donde
traccionar para estirarme. Fue muy difícil, y lo fue para todos, uno tras otro
se quedaban sin control ni fuerza en el barro. Aquí pasamos toda la tarde del
domingo disfrutando con el barro. Y logramos salir de esa cuesta con las ultimas
luces del día, sin saber exactamente donde estábamos, ni lo que nos quedaba por
delante. Afortunadamente encontramos una pista de escape hasta otra principal
que nos devolvió después de dos días de marcha al mismo lugar de partida en
Aroa, esto ya en plena noche y a mas de cinco horas de carro para volver a casa,
a donde llegamos cansados, tarde, muy tarde, embarrados y felices...