Después de dos días de navegación rumbo sur desde Ushuaia, no cabe duda que
nos acercamos a tierra, multitud de aves: gaviotas, gaviotines, petreles (fotos
1 a 3), se pasean por cubierta como para que las fotografiemos.
Pasamos de largo los 60º latitud Sur, y a partir de este punto estamos en la
región protegida por el Tratado Antártico. Todo el continente antártico es una
gran reserva natural dedicada a la paz y a la ciencia. Lo de la paz parece que
ha funcionado, y este continente es el único en el que nunca ha habido ninguna
guerra. De lo de la ciencia, pues se llevan más o menos y cada país intenta
asignarse un territorio alegando que tiene cerca tal o cual base científica.
El Tratado Antártico fue firmado en Washington el 1 de Diciembre de 1959, por
los 12 países cuyos científicos habían estado en la Antártida durante el año
geofísico de 1957-1958, y dice que la experiencia les había demostrado que era
posible establecer bases y dedicarse a la cooperación científica sin entrar en
conflicto los unos con los otros, y postergando las discusiones o reclamaciones
sobre territorialidad y soberanía, para utilizarla solo con fines pacíficos.
Esta solución pragmática de no resolver ningún conflicto, sino postergarlo (por
ejemplo no se aborda para nada el polémico tema de la cacería de ballenas),
parece que ha tenido un rotundo éxito, y la Antártida se ha mantenido alejada de
disputas y conflictos durante los últimos 50 años siendo durante este tiempo una
zona de paz, cooperación científica, que no afecta al medio ambiente de ninguna
manera.
Desde la firma del Tratado 34 países más se han adherido, sumando en total 46 la
mayoría manteniendo bases allí, por si algún día se reparte el continente. Si
llega ese día, sólo dos países estarán excluidos del reparto: Alemania y Japón,
que al perder la 2ª Guerra Mundial firmaron la renuncia a reclamar cualquier
tipo de territorio fuera de sus fronteras.
Pero volvamos al barco y por fin divisamos tierra, y esos primeros glaciares y montañas nevadas que
vemos, no es el continente antártico propiamente dicho, sino las Islas Shetland del
Sur, un archipiélago de 20 islas e islotes descubierto en 1819 por el Capitán
William Smith con su bergantín Williams (fotos 3 a 9).
Llegamos con suficiente luz, así que nos acercamos a la Isla Greenwich, para
intentar un primer desembarco en estas islas colmadas de vida silvestre. El
hermoso y emocionante acercamiento a la isla se empezó a complicar con viento y
una nevada (foto 10) que impidió este primer desembarco. GRRR..