Sortear los tepuyes en una pequeña avioneta, corta la respiración, uno se
siente muy pequeño aquí (foto 1). Los paisajes no se pueden describir, y uno no
puede sino abrir la boca y sorprenderse, extasiarse, alucinar, no sé, cualquier
palabra que se os ocurra, porque nunca habréis visto nada igual.
Pero además cuando llegas a tu objetivo, el Auyan-tepuy (foto 2), el pulso se
acelera, sabes que en cualquier momento vas a ver con tus propios ojos uno de
los mayores espectáculos de la naturaleza, la caída de agua más alta del mundo,
y uno la busca, se hace esperar, desear, todos permanecemos en silencio,
recorremos la montaña con los ojos, igual que lo hace el río por su cauce (foto
3), el mismo cauce que intentaremos remontar navegando entre la selva virgen
para llegar al pie de la cascada. Pero eso será mañana, hoy vamos cómodamente en
una avioneta, y de pronto aparece en la lejanía (foto 4), la pared es
vertiginosa, la cascada es un auténtico río vertical, está hermosa, estamos en
plena época de lluvias y viene como dicen aquí "full de agua".
Mientras por nuestras cabezas pasar todo tipo de pensamientos, llegamos a la
vertical de la cascada, nuestro piloto intentándose ganar la propina, nos
obsequia con todo tipo de 3-60´s, wing-overs, y pasadas rasantes por encima y
por debajo de la cascada. Hago varias fotos, y después me dedico a mirar y
disfrutar del paisaje (fotos 5 y 6). La pasada que más disfruté fue viniendo
desde el interior de la montaña siguiendo el cauce del río que forma la cascada
(foto 7), hasta llegar a la caída en vuelo rasante "guaooo", parece que se acaba
el mundo, y simplemente vas a caer, pero no, flotas, ya estás en otro mundo.
Todos estamos felices con el espectáculo vivido, pero nuestro piloto, que parece
algo molesto por no haber conseguido marearnos con tanta acrobacia, aun nos
tiene otra sorpresa, y nos cuela entre las paredes de dos tepuyes entre las que
cabe la avioneta justita (foto 8), son demasiadas emociones para un solo
vuelo...