Cruzamos la frontera de Alemania por el collado de Achenpass, y pasamos a
Austria. Nuestra primera parada es el lago de Achensee (foto 1), una preciosa
zona turística que gira alrededor de este lago rodeado de montañas de origen
glaciar y de brillantes aguas de color verde esmeralda. Es el mayor lago de
montaña del Tirol, y tiene una forma que recuerda a los fiordos noruegos (foto
2). Un lugar pacífico, tranquilo y activo, donde tanto en invierno como en
verano podremos practicar nuestros deportes favoritos de temporada, ya que
montañas y agua están perfectamente integrados (foto 3).
Al ser un lago de montaña, su temperatura nunca asciende por encima de los 20
grados, por lo que a lo mejor no es apto para frioleros, pero si para
practicantes de vela o windsurf.
En tiempos pasados había una abadía, y los monjes vendieron el lago a la ciudad
de Innsbruck en 1919, pero desde 1929 se hizo cargo de el una empresa creadora
de energía que construyó una presa para regular su nivel y como almacenamiento
de agua potable, unos 66 millones de metros cúbicos. Pero para la ciudadanía
siempre ha sido un lugar turístico desde que se construyera un tren de vapor en
el siglo XIX que subía a la abadía. Luego funcionó también un turístico barco de
vapor, y así el lugar creció como zona turística. Hoy complementada con todo
tipo de ofertas (fotos 4 a 8) desde sencillos recorridos a pié, hasta subida a
las cimas en modernos teleféricos, pasando por embarcaderos o zonas de recreo
para niños...